sábado, 17 de febrero de 2018

Taller y Charlas sobre Educación Afectivo Sexual para Jóvenes en Sevilla


Educación Afectivo Sexual para Jóvenes


Desde aquí tratamos de contactar con centros, organismos y organizaciones que deseen desarrollar estos talleres en sus instalaciones. Dichos talleres tienen varias modalidades:


- Acción directa con Jóvenes de 14 a 30 años: Talleres destinados a la acción directa con la población objetivo.

- Formación de Padres y Madres: Talleres formativos para padres y madres


La duración y destinatarios de los talleres es relativamente flexible, adaptándonos a cada necesidad concreta. A continuación detallamos los contenidos de los talleres:


Objetivo principal del programa


Educar y sensibilizar a adolescentes / jóvenes, para que puedan tener una vivencia sexual saludable y placentera, basada en una comunicación positiva, en la tolerancia y el respeto; y para que puedan disfrutar de una sexualidad responsable, exenta de prácticas de riesgo.

Contenidos


· Sexualidad positiva: conceptos y concepciones

· Estrategias de comunicación: habilidades interpersonales

· Deconstrucción de mitos sexuales

· Tolerancia, respeto y relaciones de igualdad

· Orientación sexual: diversidad sexual

. Género

· Actitudes de responsabilidad en las relaciones sexuales para evitar situaciones de riesgo:

· Métodos anticonceptivos

· Infecciones transmisión sexual

. Educación emocional en la adlolescencia.

. Cómo evitar el chantaje emocional.


Metodología


Formato charla-taller con dinámicas de grupo. Exposición didáctica, desde una perspectiva constructivista, con participación activa de los/las jóvenes.



En el caso de estar interesados o interesadas, rogamos se pongan en contacto con nosotros en la dirección de correo y teléfono indicados más abajo. Agradeciendo el interés, les saluda atentamente:

reche2@yahoo.es

655090215

Migual Ángel Reche, Psicólogo y Formador, experto en educación afectivo-sexual.

lunes, 20 de mayo de 2013

Movimiento y juego libre

Movimiento y juego libre en la escuela Waldorf

Niño jugando con un árbol. Foto: Ketzalkoatl
Niño jugando con un árbol. Foto: Ketzalkoatl
por Claudia Borbolla | Maestra Waldorf
“Yo creo que habría que inventar un juego en el que nadie ganara”
Jorge Luis Borges
Es a través del movimiento que un recién nacido comienza a apoderarse de su cuerpo. Para nadie resulta desconocido el proceso que un bebé sigue desde que nace, hasta que logra girar sobre su pancita, sentarse, gatear, erguirse y finalmente caminar.
Cuando un niño se ha hecho dueño de su propio cuerpo, éste se vuelve un instrumento digno de expresar la individualidad y las intenciones de un ser único. Aquel que puede verdaderamente mover y utilizar su cuerpo es, sin duda, libre.
El sistema educativo frecuentemente olvida que el movimiento no es sólo un medio para ejercitar el cuerpo humano, sino una necesidad auténtica de los niños y niñas que asisten a las escuelas. Es mediante el movimiento que los seres humanos nos hacemos dueños de nuestro cuerpo, y consecuentemente, de nuestro destino. Es en el espacio que nos rodea, y en las experiencias que este ofrece, que se encuentran las verdaderas experiencias de aprendizaje matemático, científico y social.
Negar esta realidad ha llevado a las escuelas a demandar que los niños pequeños estén quietos, sentados y atentos por periodos larguísimos de tiempo. Nos hemos convencido de que el sedentarismo es la forma de “aprender el mundo”, y hemos puesto a nuestros niños y niñas en contenedores a partir del nacimiento. Les hemos privado del vaivén del caminar con su madre al ser portados en un rebozo o llevados en brazos. Les hemos negado la oportunidad de experimentar el movimiento de una mecedora o una hamaca; y hemos olvidado que el mejor transporte para un ser humano es el andar.
Nos hemos resignado a transportarnos en cajas rodantes, a dejar de trepar árboles y jugar en libertad en donde no hay pavimento, en donde las piedras ofrecen un reto a cada paso.
Correr, trepar y arrastrarse, actividades insospechadas
Como resultado, los niños y niñas de hoy se sienten menos “en casa” en sus cuerpos. Son inseguros, descoordinados y su desarrollo se ha visto mermado. Cada vez es más frecuente escuchar de dificultades en el aprendizaje, pues hemos olvidado que los sistemas involucrados en éste se fortalecen y maduran con el movimiento.
Correr, saltar, trepar, arrastrarse, enlodarse, mojarse, se han vuelto actividades casi insospechadas para los niños de hoy; y con ello un mundo de aprendizaje y crecimiento ha quedado de lado. Es responsabilidad de padres y maestros devolver a los niños los espacios de movimiento en libertad. Promover las caminatas, ofrecerles espacios para explorar, trepar y vivenciarse como seres humanos libres es la verdadera necesidad de los niños.
El entrenamiento deportivo no es, en ningún caso, sustituto de este movimiento puramente humano, que corresponde a la niñez desde tiempos prístinos. Los movimientos deportivos no son libres, pues están orientados a un fin específico. El entrenamiento deportivo formal deberá reservarse para los más grandes. Participar en alguna actividad deportiva no competitiva, debe ser únicamente complemento del movimiento y del juego libre para los niños y niñas.
Sólo así nuestros niños podrán recuperar la facultad de respirar en libertad, permitiendo que toda función fisiológica se realice de manera correcta. El movimiento externo brindará movimiento interno y madurez en todo sentido, permitiendo a los niños y niñas aprender desde un espacio de seguridad, tranquilidad y libertad; haciendo el proceso más amable y eficiente, reduciendo las curvas de aprendizaje y permitiendo que nuestros niños y niñas sean felices.
Las escuelas Waldorf fomentan el movimiento y el juego libre como cimientos para un desarrollo integral. Los maestros están conscientes de que cada paso en el desarrollo influirá en la salud futura de los niños y niñas. El movimiento libre, el correcto respirar, el juego y el ritmo diario serán los predecesores de una férrea voluntad, un aprendizaje alegre y eficiente, una vida en equilibrio, y una sensación de libertad que permearán por el resto de su vida.

waldorflila.blogspot.com

Dedos ágiles - pensamiento ágil


El niño pequeño comprende su entorno a través de sus manos. Mientras explora el mundo sus estructuras. Más tarde desarrolla a través del pensamiento los conceptos. El niño de Jardín de Infancia debe experimentar una actividad ejecutada de forma razonable y amorosa de forma que pueda imitar un acto lleno de sentido. El niño en edad escolar se ejercita hasta que llega a realizar cualquier actividad manual hábilmente. Una actividad externa conlleva siempre actividad mental interior. Cuanta más esmerada es esta actividad, más sutil es también el pensamiento. Los pequeños la desarrollan a través de juegos. Más tarde se aprende a tocar la flauta, a tejer, a coser, a hilar. Unos dedos ágiles crean un pensamiento ágil.

La principal meta de la Pedagogía Waldorf es el sano desarrollo del cuerpo, el alma y el espíritu del niño. En nuestro mundo moderno el trabajo intelectual es cada vez más importante. El trabajo con las manos disminuye y las posibilidades de practicar un movimiento saludable son cada vez menores. Un niño no puede entender a una máquina. Los trastornos de la percepción sensorial aumentan (véase Affolter, Ayres).
Ya en su día Kant afirmaba que la mano era el cerebro exterior del hombre. El niño pequeño aprende primero a andar, luego a hablar y finalmente a pensar. Las primeras experiencias son aún totalmente inconscientes. El niño comprende el mundo a través de sus sentidos y sus propios actos, sólo es capaz de “comprender” aquello que puede tocar con sus manos. De esta forma se generan los primeros conceptos.
En los primeros años el niño aprende, en tanto en cuanto que imita, todo aquello que se encuentra. Por ello debería experimentar solamente actos llenos de sentido común y de amor. En la edad escolar el niño es conducido en el mundo por su maestro, al cual sigue con gusto. El niño siempre desea perfeccionar sus capacidades, ejercitarse es importante. Ya en la etapa adolescente adquiere una primera relación de juicio hacia el mundo. Pasa del juego al trabajo.
El niño supera los reflejos y movimientos primarios mediante su propia actividad y a través del juego alcanza una imagen inconsciente del movimiento, al mismo tiempo que desarrolla las delicadas estructuras del sistema nervioso. El movimiento hábil de los dedos es condición previa al habla, en la movilidad de los dedos se puede reconocer la fase de desarrollo del lenguaje (Kolzowa). Muchos terapeutas utilizan el movimiento para tratar problemas de desarrollo (Affolter, Ayres, Frosting). También muchas escuelas Waldorf trabajan en este sentido, por ejemplo según McAllen.
Especialmente en el Jardín de Infancia Waldorf y en las primeras clases de la Escuela Waldorf se concede gran importancia al movimiento de los dedos. Los educadores realizan con los niños juegos rítmicos de dedos al mismo tiempo que recitan pequeños versos, el maestro de clase practica con sus alumnos ejercicios de orientación del propio cuerpo. Se aprenden las tablas de multiplicar o el alfabeto con la ayuda de pasos rítmicos o palmadas, se recitan poesías y se ajusta el paso a ellas rítmicamente. Desde la primera clase la pintura despierta el sentido artístico y la habilidad de los dedos.
En otras materias se continua esta información. Ya en la primera clase de la Escuela Waldorf el niño aprende a tocar la flauta. Este debe colocar sus dedos cuidadosamente y para ello debe mirar a su profesor y escuchar el propio tono. Todos los alumnos en la Escuela Waldorf son formados en la realización de trabajos manuales y aprenden a tejer y a coser. Los objetos creados deben poder ser empleados en algo práctico, por ejemplo unos pequeños paños de cocina, una camisa o un calzado. Cualquier objeto debe ser bello y práctico al mismo tiempo.
Desde 1919 la Pedagogía Waldorf intenta formar un pensamiento vivo en el niño a través del hábil manejo de sus dedos.


Karl- Reinhard Kummer